lunes, 3 de mayo de 2010

Tempus fugit

Cuántas veces habré oído que no existe la verdad absoluta, que todo en la vida es relativo, que nada esta sujeto a sí mismo sino que depende de un conjunto de variables que le rodean y determinan segundo a segundo... Segundos. Minutos. ¿Grados? no, horas quizás. Fracciones de tiempo. Me recuerda a algo que siempre he oído decir, algo acerca de las verdades y lo absoluto de la vida ¿Hay algo más absoluto que la vida?...

¿Qué ocurre con el tiempo? ¿Es absoluto? ¿Es verdad? ¿Acaso existe el tiempo o es solo un instrumento de invención homínida para el mejor desarrollo de la vida intramente? (pues es de todos bien conocido que nuestra residencia a nivel infracelular, espiritual si lo prefieren, queda dentro de la calota craneana). Invención o no es algo que no podemos desnexionar (ni anexionar tampoco) de nuestras vidas, de la vida del universo en general (pues aunque no lo creamos el mundo es aparte de nosotros y a pesar de nosotros, pero eso es otro asunto). Los segundos pasan, se convierten en minutos y éstos en horas como si de un ritual milimétricamente ensayado se tratase. Monótono. Repetitivo. Imprescindible. Muchos han intentado profanar este tesoro de la naturaleza con un fracaso como resultado (no podía ser de otra forma).

Admitamos la impunidad de éstas fuerzas suprateas, dejemos de darnos cabezazos con las columnas marmólicas que nosotros mismos construimos, abramos los ojos de una vez en esta vida... ¿Hay peor sentimiento en la vida que el arrepentimiento? El tiempo es impasible a nuestros actos, nada de lo que hagamos, pensemos, deseemos, intuyamos puede hacerle cambiar de parecer. No parará hasta cumplir con su cometido (si amigos, os presento al verdadero verdugo en nuestra corta y curiosa existencia).

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