lunes, 1 de junio de 2009

Rumores

Ya hacia varias horas que el sol se había marchado por el horizonte para iniciar un largo viaje del que quizá nunca regresara. Fuera, las estrellas governaban el cielo ahora de color negro; quizá de luto porque sabía que el sol jamás iba a volver... Por la ventana se filtraban tenues rayos de luz porvenientes de la luna, que esa noche estaba llena, dibujando etéreas siluetas en las viejas paredes de la casa. Yo estaba ahí, sentado en un taburete de madera con una pata algo más corta que el resto lo que le hacía tambalearse ligeramente cuando me movía. El viento traía rumores de lugares lejanos, más allá de las montañas, de los que jamás oí hablar. Sin embargo sus descripciones eran tan nítidas que me podía ver paseando por aquellos parajes, divisando criaturas exóticas a pesar de la oscuridad que me rodeaba.

¡Pom! El taburete golpeó el suelo y de pronto paró el viento. Un ligero aroma a hierro recorrió la estancia provocándome un escalofrío por todo el cuerpo. No podía moverme, no podía pedir ayuda, tan solo pude ver como con los primeros rayos de sol vino la eterna oscuridad...