lunes, 23 de julio de 2012

Agujero negro

Todo empezó a oscuras, igual que el universo. De la nada surgió el resto y, poco a poco, el presente. Una negrura cegadora, muros aparentemente infranqueables, zapatillas de deporte, todo… nada… Mis ojos fueron paulatinamente acostumbrándose a la falta de luz, viendo cada vez más detalles, formas, colores, incluso olores. Atisbos de mundos fantásticos, rémoras en forma de plomizas palabras, barruntes de etéreos sentimientos… Un big-bang del que brotó lo que ahora nos rodea, lo que nos hizo flotar y ahora nos ahoga…

Curiosa sensación la de estar a oscuras. Miedo. Excitación. Tensión. Una inyección intravenosa de hormonas recorriendo cada capilar de mi cuerpo, renovando milímetro a milímetro la sangre que encuentra a su paso. Ojala mis ojos no se acostumbrasen nunca a la oscuridad… Ojala el universo se retrayese de nuevo, atraído por fuerzas aún desconocidas y arrastrara consigo todo cuanto existe para volver a su origen, su ser, todo… nada…

viernes, 6 de julio de 2012

Recordando el futuro

Eran cerca de las dos de la madrugada, en la calle se podía oír un silencio tan solo perturbado por el brillo de la luna. Yo estaba tumbado en la cama, decúbito supino, manos en el pecho, emulando a los grandes faraones egipcios cuando, de pronto, aquella imagen atravesó mi sesera fugazmente… Fue como una descarga eléctrica que atraviesa tu cuerpo dejándote esa ulterior sensación que tarda en desaparecer. Un noqueo transitorio que consiguió enlentecer mis pensamientos y poder ser consciente de ellos por primera vez en mi vida.


No recuerdo nada de aquello, y es que a veces olvido. A veces…. ¡recuerdo! Y no sé qué es peor porque el olvido es impotente pero más lo es el recuerdo (hay recuerdos y recuerdos , claro). Resulta duro recordar aquello que teníamos olvidado y nos convierte en monstruos que, ríete tú de los de Stephen King. Hay veces que olvidar es la mejor solución si fuéramos capaces de controlar qué olvidar, pues la memoria selectiva que poseo elige azarosamente que acontecimientos son dignos de su perpetuación y cuales deben desaparecer de la faz de mi hipocampo...

Como siempre, recurro a la ciencia. En ella descubro que los recuerdos no son más que invenciones basadas en hechos reales (Si, como las pelis de la tele que el único parecido con la realidad es que los personajes son de apariencia humana). Cuando estamos recordando nuestro cerebro activa las mismas áreas que activamos al pensar en el futuro, curioso… ¿Olvidar entonces es falta de imaginación? ¿incapacidad para rellenar los huecos? ¿o se trata de un mecanismo de defensa que nos omite aquel contenido capaz de destruirnos?

Sea como fuere no podemos confiar en el pasado, las experiencias están corruptas (como todo en la vida), falseadas por nuestros deseos, ansias, esperanzas, aspiraciones, bien oscuras o bien altruistas. Es por ello que debemos mirar siempre adelante (lo estaremos haciendo igualmente si torcemos el hipocampo para echar un vistazo a nuestra estela) y vivir lo único que es seguro en este mundo, el presente. La vida no da marcha atrás, nuestro cerebro tampoco.