martes, 24 de agosto de 2010

Hastío

Hastío, en su cabeza era la palabra más escuchada desde que la viera en un capítulo de "La regenta". Eran muchas las horas que se pasaba sentado en la cama con la mirada fija en cada una de las letras que la componían, sobre todo en la "h". No sabía muy bien lo que significaba pero se sentía de alguna manera muy ligado a esa extraña palabra. La había buscado una vez en el diccionario: "Tedio. Aburrimiento extremo o estado de ánimo del que soporta algo o alguien que no le interesa". Eso era justamente lo que él sentía, pero no aburrimiento sino hastío, hastío por soportar una vida que no había elegido, hastío por abandonar cada día la realidad para despertar en un mundo que no era para él, hastío por sentirse como la letra "h" de la palabra, inane, insignificante, mudo.

Era un día como otro cualquiera, lunes, ocho de la mañana, se levantaba para ir al instituto como llevaba haciendo cada mañana desde hacía mucho tiempo. La rutina era siempre la misma, se levantaba tras escuchar varias veces la alarma del móvil, se metía en la ducha para terminar de despertarse, se vestía, desayunaba, metía los libros en la mochila, se paraba unos instantes frente al espejo y, tras secarse las lagrimas, se iba a clase. De camino a clase no dejaba de pensar en lo mismo, hastío: "Tedio. Aburrimiento extremo o estado de ánimo del que soporta algo o alguien que no le interesa".

Cuando quedaban quince minutos para terminar las clases entró su mejor amigo, o quizá el único. No llegó a entrar en el aula, sacó de su mochila un revólver cargado con 9 balas y empezó a disparar, uno a uno los cuerpos caían al suelo, inertes, con el dolor impregnado en sus caras mientras el resto de los compañeros corría sin saber muy bien qué estaba pasando. Sonaron siete disparos y ahí, de pié en mitad de la clase, se encontraba él, sólo, frente a frente con su amigo. No hizo nada, vio como poco a poco el arma apuntaba su cabeza, entonces fijó la mirada en la de su amigo y sonrió. "Felicidades", fue lo último que escuchó ese día, y el resto de su vida.