sábado, 5 de mayo de 2012

Anima est

Tenía sensación de vértigo, un nudo en el estómago como si alguien o algo le estuviese oprimiendo las entrañas. Sentía otra vez aquella presión en el pecho que desde los ocho años le acompañaba casi a diario. Se sentó entonces al piano para intentar convertir aquella desagradable sensación en música y así liberarse de ella pero no consiguió más que aumentar su angustia. Era como si sus manos también fueran presa de la presión a la que estaba siendo sometido su cuerpo, agitado, encerrado en un vórtice que superaba sus conocimientos científicos acerca de los sentimientos.

Le venían "flashbacks" de tiempos pasados aparentemente cercanos pero no podía recordar nada con claridad. Su mente, taquipsíquica, era como una cascada que te empapa de agua sin ser consciente de cada una de las gotas que tocan tu piel. Impotente, como en un sueño cuando quieres correr y no te responden las piernas, o quieres gritar pero tu voz es inaudible; vagaba de un lado a otro de la estancia intentando llegar a ninguna parte, agotando las pocas energías que le quedaban quizá con la esperanza de desfallecer exhausto y lograr así un descanso.

Sentía un dolor intenso que emanaba de las meninges y le recorría la columna cocentrándose en su estómago en forma de punzones lacerando sus vísceras. Un hormigueo invadía sus miembros perdiendo toda sensibilidad que quedase en ellos. Apenas podía ver más allá de sus narices pues todo le daba vueltas y no era capaz de fijar la vista sin aumentar el inmenso dolor que parecía estar a punto de reventarle la cabeza desde dentro.

De pronto empezó a recordar y su angustia fue in crescendo, el corazón latía fuera de su pecho, desbocado, rompiéndose a cada latido, dosificando por todo su cuerpo una droga letal que poco a poco había ido acumulando en el órgano del alma. Su rostro, fue adquiriendo aquellas facciones que sólo el pánico es capaz de recrear. Era el final, nada podía hacer por prolongar su desazón; y, sólo en ese momento, se sintió en paz, tranquilo, inmóvil, muerto.

1 comentario: