-¿Me quieres? - Dijo mientras posaba sus pupilas en él. El silencio duró apenas unos segundos pero sintió que habían pasado horas desde que formuló la pregunta hasta que cogió su mano... - No. Eso son solo palabras... - sus ojos tornaron vidriosos mientras él seguía hablando - hace tiempo que olvidé su significado. Sólo se que al cerrar los ojos es a ti a quien veo, que al girarme en la cama es a ti a quien busco... Se que mi piano habla de ti a mis espaldas, que cuando despierto añoro aquel beso soñado. No se si eso amor... Querer es sólo una palabra y lo nuestro... es un sentimiento que tenemos toda una vida para ponerle nombre...
Enajenaciones mentales transitorias
Quien tropieza y no cae, dos pasos adelanta.
Quien bien ordena su casa, puede gobernar la patria.
Lo que puedes hacer, o has soñado que podrías hacer, debes comenzarlo. La osadía lleva en sí, genio, poder y magia. GOETHE
miércoles, 31 de enero de 2018
viernes, 18 de noviembre de 2016
Introspección
-¿Por qué corres? ¿De qué huyes?
-No lo se... Los he vuelto a ver... Siempre a la misma hora, cuando cae la noche. Eran tan reales...
-¿Estás seguro?
-Si... Completamente. Eran verdes... ¿Sabes? el verde es mi color favorito... No se porqué no te hice caso. "Cuidado con lo que deseas pues puede llegar a cumplirse".
-No lo se... Los he vuelto a ver... Siempre a la misma hora, cuando cae la noche. Eran tan reales...
-¿Estás seguro?
-Si... Completamente. Eran verdes... ¿Sabes? el verde es mi color favorito... No se porqué no te hice caso. "Cuidado con lo que deseas pues puede llegar a cumplirse".
-Nunca me haces caso.
-Aquella estrella... Si pudiera volver atrás y cambiar mi deseo... o quizá cerrar los ojos para no verla jamás.
-Ni siquiera me escuchas.
-¡Tú no lo entiendes! Ahora ya no importa, ya... da igual.
-¿Te rindes?
-¿Te rindes?
-¡No! No es eso...Es que...
-Mírate. Estas huyendo.
-¡Mierda! Sólo quiero seguir adelante.
-Intentas escapar de ti mismo, ¿no te das cuenta?
-Quizá la pueda alcanzar, dónde quiera que esté. Todo sería diferente.
-No es a ella a quien buscas.
-No... tienes razón... ¿Pero qué otra cosa puedo hacer?
-Seguir adelante. Ser tú.
-Ser yo... claro. Suena fácil, ¿verdad? Pero ¿quién soy yo? Hace tiempo que no me reconozco ni en el espejo. Ni siquiera soy capaz de saber lo que pasa por mi mente...
-¿No lo sabes o no quieres saberlo?
-Intento dejar la mente en blanco, escuchar lo que llevo dentro, pero no logro entender nada...
-Intento dejar la mente en blanco, escuchar lo que llevo dentro, pero no logro entender nada...
-Pero a mi me oyes.
-Bueno, tú eres diferente... No estas en mi mente exactamente. En mi cabeza todo parece un verdadero caos auqnue tiene un orden. Una estructura que no se puede explicar pero yo la veo, es como si pudiera tocarla. A ti... no te veo.
-Ni me ves, ni me haces caso.
-¡No empieces! Estoy cansado...
-Y ahora, ¿qué vas a hacer?
-No lo se... ¡Déjame!
-Cuidado con lo que deseas...
-Ni me ves, ni me haces caso.
-¡No empieces! Estoy cansado...
-Y ahora, ¿qué vas a hacer?
-No lo se... ¡Déjame!
-Cuidado con lo que deseas...
lunes, 22 de febrero de 2016
Tormenta eterna
Aun no recuerda cuando empezó a
cambiar, ni si quiera recuerda quien había sido si es que alguna vez fue
alguien… Como una gota de agua en una cascada su vida aceleraba su paso de
manera vertiginosa, con una inercia incontrolable, incapaz de ver cuanto le
rodeaba, incapaz de sentir su propio ser, incapaz de entender más allá de lo obvio, que no había retorno… Frío,
humedad, oscuridad, todo daba vueltas sin sentido ni un rumbo fijo. A lo lejos
quedaba la calma de aquellos ingenuos años en los que el sol aún bronceaba su
piel.
Siempre le había gustado pararse
a pensar, de vez en cuando, ralentizar todo cuanto le rodeaba y dejar brotar
aquello que sentía en un texto o en una melodía de su piano aunque, a veces, esa
palabras, esas notas sólo tuvieran sentido en ese preciso instante y ulteriormente
se convirtieran en un recuerdo vacío mas… Sin embargo tenía la sensación de que
últimamente el tiempo no le daba tregua, se burlaba de él cada día, las horas
se hacían efímeras y los segundos interminables; vivían en una competición que había
perdido antes de comenzar. Los años iban pasando haciendo de él un espectador
de su vida como si de una película se tratase, o uno de estos sueños en los que
te ves en tercera persona. Apenas podía
detenerse a ver el tiempo pasar, se movía por la inercia que mueve a los
objetos en el espacio perdidos en el vacío…
Frío. Sentía frío por todo su
cuerpo pero sobre todo en sus manos. Las mismas manos que otrora habían
acariciado tantas pieles, tantas teclas… No paraba de repetirse que el frío no
existe, que no es más que la ausencia de calor igual que la oscuridad es a la
luz o la muerte a la vida… Sin embargo esto no le hacía sentirse mejor, se
culpaba por vivir en una contradicción eterna, enfrentando la suerte a las
matemáticas, la física a la vida, los sentimientos a la química, el amor al
sexo… En su mente los pensamientos lidiaban una batalla eterna, una lucha encarnizada
por aflorar a lo más consciente de su ser sin éxito. Le surgían miles de
pensamientos cada segundo que apenas brotaban mutaban y se convertían en
aberraciones jamás imaginadas que su mente trataba de esconder.
Entonces, de repente, una luz se
encendía en su interior. Una fuente de calor que detenía el tiempo y le hacía
abrir los ojos. El río volvía a estar en calma, sus manos calientes, la
estadística sucumbía a la suerte de tener tanto amor a su alrededor. Todo le
parecía ahora una pesadilla lejana a la que temía volver al cerrar de nuevo los
ojos. Y es que quizá la vida, su vida, sea eso; momentos de calma envueltos en
una tormenta eterna.
miércoles, 10 de junio de 2015
Caja de pandora
Negras,
densas, amenazantes, en el cielo las nubes tapaban en silencio al sol; el mismo
que, no hace mucho tiempo, calentaba sus pieles ahora frías. En la calle todo
parecía como siempre, tranquilo, insignificante; con la misma inercia de cada
tarde sus pies recorrían el camino que algún día fuera desconocido… Pero algo
había cambiado, ahí estaba ella, de pie, esperándole con la sonrisa
perdida y los ojos callados.
El tiempo
pareció detenerse, retroceder, avanzar de nuevo vertiginosamente hasta quedar
suspendido en un instante que nunca había sucedido. En ese momento todo a su
alrededor empezó a desaparecer, poco a poco sus pies se alejaban del suelo, el
ruido ensordecedor de aquellos llantos ahogados dejó de escucharse, hasta el
cielo creyó despejarse dejando pasar los rayos de un sol marchito…
Durante ese
tiempo rieron, hablaron, vieron pájaros permanecer inmóviles en el aire, comieron,
callaron, contaron las hojas de los árboles, sintieron, bebieron, olieron
recuerdos del pasado. Nada parecía importar, ni siquiera los saltos de aquel
perro que quería llamar la atención de su dueño, ni tampoco el niño que paseaba de la
mano de su madre con un helado en la otra, radiante, feliz…
Una nube
dejó caer una gota de agua que, tímida, se posó entre sus rostros, de repente
el viento comenzó a soplar arrastrando aquella ilusión a su punto de partida;
el cielo volvió a oscurecerse, las calles a llenarse de coches, gente paseando
sin rumbo. Sus miradas se atravesaban sin cruzarse en ningún punto como dos
líneas paralelas condenadas a vagar en soledad sabiendo que jamás
coincidirán...
Es curioso como hasta lo más hermoso del mundo se vuelve amargo cuando lo pruebas por última vez; quizá sea por eso por lo que guarda con celo en una caja aquellos rayos de sol que otrora calentaran sus manos...
viernes, 7 de noviembre de 2014
Cae la noche
Cae la noche y con ella el telón que cubre con recelo los
más oscuros pensamientos. Las estrellas, tímidas, se asoman por la ventana
nostálgicas de tantas noches en vela. Sentado al piano, acompañado únicamente
de miles de recuerdos que helaban su alma, sus manos comenzaron a hablar… Recordaron
aquella piel que se fundía entre sus dedos, el aroma que embriagaba sus emociones cada noche, el calor del aliento sobre su cuello, un alma que le abrazaba… Hablaban de encuentros furtivos, de silencios ensordecedores, verdugos desarmados jugando a ser Eros; un beso apasionado, una mirada clavada
en la pared, tantos deseos reprimidos... Las palabras fueron tornando excusas,
disculpas, envolviendo la sala con su sonoridad, ruegos, llantos, tan desgarradores que parecían inaudibles, lamentos, reproches, rabia... hasta convertirse en un grito. Un grito desesperado
pidiendo ayuda, un grito ahogado por el silencio que le responde, un grito que
le anudaba la garganta dejándole sin respirar…
domingo, 12 de octubre de 2014
Juego de Eros
Juego de Eros, capricho de dos
Tú, anhelo de llamas
que devoran mi piel
ahora encogida, fría...
Yo, haz de sentimientos
que lidian y divergen
de la razón, mi ser...
Juego de Eros, capricho de dos
Palabras calladas
buscando tu sonrisa,
deseo latente
que hiela mis entrañas.
Cristales de miedo
que aislan al alma,
dardo certero,
verdugo sincero.
Juego de Eros, capricho de dos
Tu cuerpo y el mío
danzando en la oscuridad
entre palabras cómplices,
susurros de locura...
Aromas que impregnan
mi cama con tu recuerdo
camuflando con caricias
en la noche la amargura.
Juego de Eros, capricho de dos...
deseo latente
que hiela mis entrañas.
Cristales de miedo
que aislan al alma,
dardo certero,
verdugo sincero.
Juego de Eros, capricho de dos
Tu cuerpo y el mío
danzando en la oscuridad
entre palabras cómplices,
susurros de locura...
Aromas que impregnan
mi cama con tu recuerdo
camuflando con caricias
en la noche la amargura.
Juego de Eros, capricho de dos...
sábado, 16 de agosto de 2014
La última lágrima
Jueves, 8:14
de la tarde, un día cualquiera de Agosto. Sentado sobre el césped a la sombra
de un castaño cerraba el libro que le había acompañado las últimas semanas
mientras una lágrima recorría su cara. No era la primera lágrima del día, ni tampoco
sería la última. Pasaba los días vagando sin rumbo, buscando lugares que él
llamaba “mágicos”… (Me parece interesante
explicar este punto. Estos lugares “mágicos” no son lugares cualesquiera,
aunque cualquier lugar podría ser candidato a ello. Me explico, son lugares en
los que él percibía ciertas sensaciones, emociones, sentimientos, olores que le
marcaban por dentro de alguna manera… Zonas en las que evadir su mente, sentir
sin pensar, disfrutar de su soledad… Cualquier lugar adquiría esta categoría si
así se lo hacía sentir, aunque había sitios en los que el pasado quedaba
impregnado de tal manera que automáticamente se convertían en “mágicos”).
En su cabeza
miles de pensamientos recorrían cada uno de sus circuitos a velocidades
vertiginosas siendo imposible ser consciente de ellos. Cerraba los ojos intentando
concentrarse en aquellas imágenes, palabras, conceptos… pero no conseguía sino
que fueran aún más rápido haciéndole incluso perder el equilibrio. Su mente, su
mejor aliada en ciertos momentos, era ahora su cárcel, su castigo. Ni siquiera
su fiel compañero, el piano, conseguía hacerle expresar lo que llevaba dentro.
Se refugiaba en aquellos “mágicos” lugares entre páginas de historias ajenas
intentando mimetizarse con los personajes, hacer suyo su dolor y, quizá así, compartir o incluso ahogar el suyo propio.
El sol, rayano
el horizonte, teñía de rojo el cielo apenas cubierto por unas cuantas nubes
(cirrocúmulos para ser más exactos). Con el libro en la mano, deambulaba parsimonioso
por el parque observando sin mirar el paisaje que le rodeaba; una ardilla que
trepaba ráuda a un árbol, una flor que apuraba los últimos rayos que el gran
astro ofrecía, una pareja que se devoraba con la mirada, una hoja mecida por el
viento que danzaba suavemente… Capturaba cada detalle de aquello con la intención
de que apartase de su cabeza lo que más le atormentaba, su propio ser. Anduvo
impasible durante un tiempo que se le hizo eterno (quizá diez minutos, quizá
dos horas) hasta que sus ojos se posaron en una persona. Se trataba de una niña de ojos azules, casi
tanto como el cielo. Era pequeña, quizá tuviera 3 ó 4 años, pero sus rasgos no
le eran indiferentes. A su lado, una mujer la miraba con casi tanto amor como
otrora le había mirado a él… Entonces el tiempo pareció detenerse, incluso
retroceder. Sus labios se elevaron dibujando una sonrisa al encuentro de la
última lágrima que derramaran sus ojos.
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