miércoles, 31 de enero de 2018

Palabras

-¿Me quieres? - Dijo mientras posaba sus pupilas en él. El silencio duró apenas unos segundos pero sintió que habían pasado horas desde que formuló la pregunta hasta que cogió su mano... - No. Eso son solo palabras... - sus ojos tornaron vidriosos mientras él seguía hablando - hace tiempo que olvidé su significado. Sólo se que al cerrar los ojos es a ti a quien veo, que al girarme en la cama es a ti a quien busco... Se que mi piano habla de ti a mis espaldas, que cuando despierto añoro aquel beso soñado. No se si eso amor... Querer es sólo una palabra y lo nuestro... es un sentimiento que tenemos toda una vida para ponerle nombre...

viernes, 18 de noviembre de 2016

Introspección

-¿Por qué corres? ¿De qué huyes? 
-No lo se... Los he vuelto a ver... Siempre a la misma hora, cuando cae la noche. Eran tan reales...
-¿Estás seguro?
-Si... Completamente. Eran verdes... ¿Sabes? el verde es mi color favorito... No se porqué no te hice caso. "Cuidado con lo que deseas pues puede llegar a cumplirse".
-Nunca me haces caso.
-Aquella estrella... Si pudiera volver atrás y cambiar mi deseo... o quizá cerrar los ojos para no verla jamás.
-Ni siquiera me escuchas.
-¡Tú no lo entiendes! Ahora ya no importa, ya... da igual.
-¿Te rindes?
-¡No! No es eso...Es que...
-Mírate. Estas huyendo. 
-¡Mierda! Sólo quiero seguir adelante.
-Intentas escapar de ti mismo, ¿no te das cuenta?
-Quizá la pueda alcanzar, dónde quiera que esté. Todo sería diferente.
-No es a ella a quien buscas.
-No... tienes razón... ¿Pero qué otra cosa puedo hacer?
-Seguir adelante. Ser tú.
-Ser yo... claro. Suena fácil, ¿verdad? Pero ¿quién soy yo? Hace tiempo que no me reconozco ni en el espejo. Ni siquiera soy capaz de saber lo que pasa por mi mente...
-¿No lo sabes o no quieres saberlo?
-Intento dejar la mente en blanco, escuchar lo que llevo dentro, pero no logro entender nada...
-Pero a mi me oyes.
-Bueno, tú eres diferente... No estas en mi mente exactamente. En mi cabeza todo parece un verdadero caos auqnue tiene un orden. Una estructura que no se puede explicar pero yo la veo, es como si pudiera tocarla. A ti... no te veo.
-Ni me ves, ni me haces caso.
-¡No empieces! Estoy cansado...
-Y ahora, ¿qué vas a hacer?
-No lo se... ¡Déjame!
-Cuidado con lo que deseas...

lunes, 22 de febrero de 2016

Tormenta eterna




Aun no recuerda cuando empezó a cambiar, ni si quiera recuerda quien había sido si es que alguna vez fue alguien… Como una gota de agua en una cascada su vida aceleraba su paso de manera vertiginosa, con una inercia incontrolable, incapaz de ver cuanto le rodeaba, incapaz de sentir su propio ser, incapaz de entender más allá de lo obvio, que no había retorno… Frío, humedad, oscuridad, todo daba vueltas sin sentido ni un rumbo fijo. A lo lejos quedaba la calma de aquellos ingenuos años en los que el sol aún bronceaba su piel.  

Siempre le había gustado pararse a pensar, de vez en cuando, ralentizar todo cuanto le rodeaba y dejar brotar aquello que sentía en un texto o en una melodía de su piano aunque, a veces, esa palabras, esas notas sólo tuvieran sentido en ese preciso instante y ulteriormente se convirtieran en un recuerdo vacío mas… Sin embargo tenía la sensación de que últimamente el tiempo no le daba tregua, se burlaba de él cada día, las horas se hacían efímeras y los segundos interminables; vivían en una competición que había perdido antes de comenzar. Los años iban pasando haciendo de él un espectador de su vida como si de una película se tratase, o uno de estos sueños en los que te ves en tercera persona. Apenas podía  detenerse a ver el tiempo pasar, se movía por la inercia que mueve a los objetos en el espacio perdidos en el vacío… 

Frío. Sentía frío por todo su cuerpo pero sobre todo en sus manos. Las mismas manos que otrora habían acariciado tantas pieles, tantas teclas… No paraba de repetirse que el frío no existe, que no es más que la ausencia de calor igual que la oscuridad es a la luz o la muerte a la vida… Sin embargo esto no le hacía sentirse mejor, se culpaba por vivir en una contradicción eterna, enfrentando la suerte a las matemáticas, la física a la vida, los sentimientos a la química, el amor al sexo… En su mente los pensamientos lidiaban una batalla eterna, una lucha encarnizada por aflorar a lo más consciente de su ser sin éxito. Le surgían miles de pensamientos cada segundo que apenas brotaban mutaban y se convertían en aberraciones jamás imaginadas que su mente trataba de esconder. 

Entonces, de repente, una luz se encendía en su interior. Una fuente de calor que detenía el tiempo y le hacía abrir los ojos. El río volvía a estar en calma, sus manos calientes, la estadística sucumbía a la suerte de tener tanto amor a su alrededor. Todo le parecía ahora una pesadilla lejana a la que temía volver al cerrar de nuevo los ojos. Y es que quizá la vida, su vida, sea eso; momentos de calma envueltos en una tormenta eterna.  
 

miércoles, 10 de junio de 2015

Caja de pandora




Negras, densas, amenazantes, en el cielo las nubes tapaban en silencio al sol; el mismo que, no hace mucho tiempo, calentaba sus pieles ahora frías. En la calle todo parecía como siempre, tranquilo, insignificante; con la misma inercia de cada tarde sus pies recorrían el camino que algún día fuera desconocido… Pero algo había cambiado, ahí estaba ella, de pie, esperándole con la sonrisa perdida  y los ojos callados.

El tiempo pareció detenerse, retroceder, avanzar de nuevo vertiginosamente hasta quedar suspendido en un instante que nunca había sucedido. En ese momento todo a su alrededor empezó a desaparecer, poco a poco sus pies se alejaban del suelo, el ruido ensordecedor de aquellos llantos ahogados dejó de escucharse, hasta el cielo creyó despejarse dejando pasar los rayos de un sol marchito…  

Durante ese tiempo rieron, hablaron, vieron pájaros permanecer inmóviles en el aire, comieron, callaron, contaron las hojas de los árboles, sintieron, bebieron, olieron recuerdos del pasado. Nada parecía importar, ni siquiera los saltos de aquel perro que quería llamar la atención de su dueño, ni tampoco el niño que paseaba de la mano de su madre con un helado en la otra, radiante, feliz… 

Una nube dejó caer una gota de agua que, tímida, se posó entre sus rostros, de repente el viento comenzó a soplar arrastrando aquella ilusión a su punto de partida; el cielo volvió a oscurecerse, las calles a llenarse de coches, gente paseando sin rumbo. Sus miradas se atravesaban sin cruzarse en ningún punto como dos líneas paralelas condenadas a vagar en soledad sabiendo que jamás coincidirán...

Es curioso como hasta lo más hermoso del mundo se vuelve amargo cuando lo pruebas por última vez; quizá sea por eso por lo que guarda con celo en una caja aquellos rayos de sol que otrora calentaran sus manos...

viernes, 7 de noviembre de 2014

Cae la noche



Cae la noche y con ella el telón que cubre con recelo los más oscuros pensamientos. Las estrellas, tímidas, se asoman por la ventana nostálgicas de tantas noches en vela. Sentado al piano, acompañado únicamente de miles de recuerdos que helaban su alma, sus manos comenzaron a hablar… Recordaron aquella piel que se fundía entre sus dedos, el aroma que  embriagaba sus emociones cada noche, el calor del aliento sobre su cuello, un alma que le abrazaba… Hablaban de encuentros furtivos, de silencios ensordecedores, verdugos desarmados jugando a ser Eros; un beso apasionado, una mirada clavada en la pared, tantos deseos reprimidos...  Las palabras fueron tornando excusas, disculpas, envolviendo la sala con su sonoridad, ruegos, llantos, tan desgarradores que parecían inaudibles, lamentos, reproches, rabia... hasta convertirse en un grito. Un grito desesperado pidiendo ayuda, un grito ahogado por el silencio que le responde, un grito que le anudaba la garganta dejándole sin respirar…

domingo, 12 de octubre de 2014

Juego de Eros

Juego de Eros, capricho de dos
Tú, anhelo de llamas
que devoran mi piel
ahora encogida, fría...
Yo, haz de sentimientos
que lidian y divergen
de la razón, mi ser...
Juego de Eros, capricho de dos
Palabras calladas
buscando tu sonrisa,
deseo latente
que hiela mis entrañas.
Cristales de miedo
que aislan al alma,
dardo certero,
verdugo sincero.
Juego de Eros, capricho de dos
Tu cuerpo y el mío
danzando en la oscuridad
entre palabras cómplices,
susurros de locura...
Aromas que impregnan
mi cama con tu recuerdo
camuflando con caricias
en la noche la amargura.
Juego de Eros, capricho de dos...

sábado, 16 de agosto de 2014

La última lágrima



Jueves, 8:14 de la tarde, un día cualquiera de Agosto. Sentado sobre el césped a la sombra de un castaño cerraba el libro que le había acompañado las últimas semanas mientras una lágrima recorría su cara. No era la primera lágrima del día, ni tampoco sería la última. Pasaba los días vagando sin rumbo, buscando lugares que él llamaba “mágicos”… (Me parece interesante explicar este punto. Estos lugares “mágicos” no son lugares cualesquiera, aunque cualquier lugar podría ser candidato a ello. Me explico, son lugares en los que él percibía ciertas sensaciones, emociones, sentimientos, olores que le marcaban por dentro de alguna manera… Zonas en las que evadir su mente, sentir sin pensar, disfrutar de su soledad… Cualquier lugar adquiría esta categoría si así se lo hacía sentir, aunque había sitios en los que el pasado quedaba impregnado de tal manera que automáticamente se convertían en “mágicos”).
                En su cabeza miles de pensamientos recorrían cada uno de sus circuitos a velocidades vertiginosas siendo imposible ser consciente de ellos. Cerraba los ojos intentando concentrarse en aquellas imágenes, palabras, conceptos… pero no conseguía sino que fueran aún más rápido haciéndole incluso perder el equilibrio. Su mente, su mejor aliada en ciertos momentos, era ahora su cárcel, su castigo. Ni siquiera su fiel compañero, el piano, conseguía hacerle expresar lo que llevaba dentro. Se refugiaba en aquellos “mágicos” lugares entre páginas de historias ajenas intentando mimetizarse con los personajes, hacer suyo su dolor y, quizá así, compartir o incluso ahogar el suyo propio.
                El sol, rayano el horizonte, teñía de rojo el cielo apenas cubierto por unas cuantas nubes (cirrocúmulos para ser más exactos). Con el libro en la mano, deambulaba parsimonioso por el parque observando sin mirar el paisaje que le rodeaba; una ardilla que trepaba ráuda a un árbol, una flor que apuraba los últimos rayos que el gran astro ofrecía, una pareja que se devoraba con la mirada, una hoja mecida por el viento que danzaba suavemente… Capturaba cada detalle de aquello con la intención de que apartase de su cabeza lo que más le atormentaba, su propio ser. Anduvo impasible durante un tiempo que se le hizo eterno (quizá diez minutos, quizá dos horas) hasta que sus ojos se posaron en una persona.  Se trataba de una niña de ojos azules, casi tanto como el cielo. Era pequeña, quizá tuviera 3 ó 4 años, pero sus rasgos no le eran indiferentes. A su lado, una mujer la miraba con casi tanto amor como otrora le había mirado a él… Entonces el tiempo pareció detenerse, incluso retroceder. Sus labios se elevaron dibujando una sonrisa al encuentro de la última lágrima que derramaran sus ojos.